Después del 15 de diciembre del 2005, el clima de hostilidad hacia los integrantes del equipo de trabajo se acentuó. El 25 de enero, ante faltas administrativas intolerables, y el vencimiento de todos los compromisos verbales del fiscal y sus colaboradores directos, le escribí al fiscal. No fue la única carta, mis compañeros de trabajo, y en especial José Sotelo, le hicieron saber por escrito al fiscal la gravedad de la situación. El fiscal se mantuvo en silencio.
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